lunes, 17 de enero de 2011

La infancia de Marín Piñeiro

Acabo de leer La infancia de Martín Piñeiro, de Juan Farias, en Bruño.
Ya sabéis este empeño mío en leer a Juan Farias y en reivindicar que se haga. Yo sigo disfrutando de sus libros hermosos, sus palabras precisas y sus historias llenas de amor y ternura.
Un libro delicado, limpio, sutil, lleno de emociones y silencios. Un libro que soporta lectura y relectura y da hambre de más. De más Juan Farias.


Y para terminar una cita en la que se habla de contar.
"Martín le contó a Manuel "que la barca iba", "que su padre dijo", "que el arroaz saltó", que el viento era", "que la mar estuvo", le contó todo y más y muy deprisa, se emborrachó de contar, pero Manuel, a lo mejor por culpa de las cebollas, no le hizo caso.
Han pasado los años, muchos; para Martín y Manuel han pasado casi todos.
Martín, hoy viernes, igual que el lunes, sin caer en la cuenta, dos veces en la misma mañana recuerda aquel día y vuelve a contárselo a Manuel, que ahora, y no por culpa de las cebollas, tampoco le hace caso.
La nostalgia ha aclarado algunos matices, la historia es más sentida; se habla menos de barca y viento, y se dice más de Xenso, de su olor y su sombra." (p. 35)

Me gusta mucho la expresión se emborrachó de contar, que es algo que a menudo nos pasa a los narradores, embebidos de público, atragantados de historia, ebrios de miradas que tiran de nosotros... la historia crece y se crece y el borracho vomita todo, hasta la última palabra, incapaz de detenerse.
Igual me gusta la idea de la nostalgia, y del tiempo, que aclaran los matices de la historia, la limpian de lo superficial y hacen brillar lo verdaderamente importante, como es, en este caso, el recuerdo del padre.

Un libro maravilloso que, una vez más, te recomiendo.
Saludos

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