jueves, 10 de noviembre de 2011

Los mercaderes del diablo

Esta tarde, en un ratito que salí de casa (algo de aire fresco siempre viene bien), me senté a leer un librito de Juan Farias titulado Los mercaderes del diablo, publicado por SM y con ilustraciones de Federico Delicado. Se puede ver en la contraportada que el libro está recomendado para niños y niñas a partir de 12 años. Quienes recomiendan los libros al peso (más gordos cuantos más años) podrían caer en la tentación de pensar que un librito tan fino se lo puede leer uno de esos lectores que están en sus primeros pasos: este libro es buena prueba de que el tamaño no importa a la hora de recomendar libros, de hecho a mí me parece que 12 años es poco para este libro que tal vez habría que recomendar para más mayorcitos (13, 14... en adelante).
De idéntica manera sucede con otros libros (y otros géneros) que parecen ya "asignados" a edades. Por poner un ejemplo, los álbumes ilustrados: parece que uno ve un álbum ilustrado y ¡hale!, para infantil y primer ciclo de primaria, y para otras edades se acabaron los álbumes y se seleccionan libros con más letras, y cuantas más letras, mejor. Pero sucede que hay álbumes ilustrados con muy poco texto pero con mensajes muy complejos (y ricos) que resultan ideales para lectores más maduros. Es más, quienes nos dedicamos a contar, tras equivocarnos mucho, acabamos por afinar y sabemos que para tres años sueles acertar con tal o cual título, para cuatro con estos otros, para cinco, otros, etc. Es decir: cada edad tiene un centro de interés y lo que importa no es que el libro que cuente una historia (que interese a ese público) sea un cómic, o un álbum, o un novelón de mil páginas... lo que importa es que la historia que contiene (y la forma en que la cuenta) esté cercana a los centros de interés de quien la lee o escucha.


¡Madre mía! y todo este rollo viene a cuenta del libro de Juan Farias que hoy me leí al salir por la tarde, un librito muy fino que comienza así: "Una mujer soltera, joven, de veinte años, dio a luz un niño no deseado y lo abandonó en las escombreras, donde acaba la ciudad. Después, la mujer volvió a su barrio y dijo que el niño había nacido muerto. Los vecinos intentaron consolarla con vino y buenas palabras"... Ahí es nada.
Juan Farias una vez más me ha deslumbrado con este libro condensado, escrito con un estilo pulcro, acerado, que nos lleva de la mano a dar un viaje por los infiernos del egoísmo, el desamor, el desamparo, el peligro... Un libro duro, sin contemplaciones, que golpea página tras página y te deja, en algunos momentos, sin aliento (por lo tanto, un libro para leer al aire libre).
El desfile de personajes: malas, rufianes, bellacos, desalmados... de todo tipo y clase social es una selección de los peores entre los peores de los que hablara Dante en su Divina Comedia (Infierno).
A pesar de todo hay destellos de luz (entre la criada y el gallego, o al final en la casa cuna), pero el tono del libro es lúgubre, oscuro, como las ilustraciones (estupendas) de Federico Delicado.
Quizás el final me ha resultado flojo (adorando como adoro a Juan Farias), demasiado fácil o didáctico, o cristianoso. Pero no enturbia para nada la sensación de haber leído un libro difícil, duro, insólito y extraordinario.
Una vez más: hay que leer a Juan Farias.
Saludos


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