miércoles, 29 de agosto de 2012

El museo de las letras

Como si alguien hubiera entrado en La tienda de las palabras, la fabulosa novela de Jesús Marchamalo (en ed. Siruela), y hubiera decidido hacer realidad algunas ideas y sueños que transitan sus páginas, leo con gran sorpresa (gracias a la web de Los Filólogos) que en Berlín hay un "Museo de Letras Rescatadas". Aquí os dejo el enlace para que podáis leerlo con vuestros propios ojos y disfrutar de un buen puñado de fotos.


A veces la realidad y la ficción se abrazan. Este museo es el botón de muestra.
Saludos

martes, 28 de agosto de 2012

No al 21% de IVA en cultura

Como ya he explicado en otros post (por ejemplo aquí), la subida del IVA del 8% al 21% para las actividades culturales supone prácticamente el fin de mi labor profesional (de manera legal): contar cuentos es un oficio inviable. Pura ficción.
No soy el único que lo dice (por ejemplo, aquí). 
Vuelvo a incidir en la cuestión. Ahora de manera más visual:


Saludos

lunes, 27 de agosto de 2012

Volar del nido

En uno de los muros del patio de casa hace ya un par de años (al menos) que anida una pareja de colirrojo tizón, unos pájaros negros con la cola larga y roja, muy hermosos. Esta mañana mientras desayunábamos, del hueco donde está el nido salieron los dos adultos y hasta cinco crías (bastante grandes ya) a dar sus primeros vuelos por el patio.


Desde la cocina podíamos ver a los siete pájaros aleteando y volando un largo rato.
Todavía estoy emocionado por el espectáculo.
Saludos

PS. La foto está tomada de internet. Esta mañana no me moví de la mesa ni para coger la cámara ;-))

miércoles, 22 de agosto de 2012

La sieste des Énormes

Ya os dije que La siesta de los Enormes acababa de ser publicado en otros idiomas (cinco en total) y hoy me ha llegado (vía Mariola Campos) la noticia de esta breve y hermosa reseña del libro en francés.
Aquí os la dejo.
Saludos

La historia interminable

Siguiendo con las relecturas de buenos libros que leí hace ya unos cuantos años y que vuelvo a disfrutar ahora, es el turno de un libro fantástico, una obra clásica de la LIJ contemporánea: La historia interminable, de Michael Ende, uno de mis autores favoritos. Esta edición traducida por Miguel Sáenz, ilustrada (letras capitales) por Roswitha Quadflieg y publicada en 1992 por RBA Editores.


Hace por lo menos veinte años que leí este libro y recuerdo que me gustó mucho, especialmente la primera parte. Sin embargo, en esta nueva relectura creo que me ha gustado más la segunda parte (supongo que los libros cambian porque nosotros cambiamos). De cualquier forma todo el libro es espectacular. Pero vayamos con algo más de orden.
Lo que cuenta La historia interminable es bastante conocido: Bastián, un niño que ha perdido a su madre y que no es demasiado feliz con los otros niños de su clase, roba un libro y se esconde en el desván de la escuela para leerlo. Se trata de La historia interminable, un libro en cuya primera parte se nos cuenta cómo el mundo de Fantasia está siendo destruido por una masa oscura y negra, y sólo podrá ser salvado cuando un humano entre en Fantasia y dé un nuevo nombre a la Emperatriz Infantil. Atreyu, un piel verde, recibe la misión de traer a ese humano hasta Fantasia, y Fújur, el dragón de la buena suerte, lo acompañará desde el momento en el que sus caminos se cruzan. Bastián, leyendo el libro desea ayudar y salvar Fantasia y, en un momento, grita un nuevo nombre para la Emperatriz Infantil y entra en Fantasia. Hasta aquí la primera parte. Y a partir de ahí comienza el deambular de Bastián por Fantasia, su cambio (ojo, no cambio, su deseo de ir siendo otro) a golpe de deseos cumplidos, la espiral en la que acaba cayendo y las dificultades para lograr salir de Fantasia y volver a su mundo con su padre.
Contaba mi profesor Antonio Fernández Ferrer, quien tuvo la suerte de conocer y charlar en alguna ocasión con Michael Ende, que el autor alemán le dijo que escribió este libro con intención de crear un clásico, un libro que se siguiera leyendo. Y bien que lo consiguió. Este libro es, sin lugar a dudas, un puntal del canon contemporáneo de la LIJ, un libro imprescindible para niños, jóvenes y adultos.
En La historia interminable y, desde mi punto de vista, funcionan perfectamente varios elementos que hacen de él un libro extraordinario:
  • Existe un equilibrio perfecto entre acción/aventura y mensaje (o carga didáctica, si se quiere), convirtiéndolo, por tanto, en un libro perfecto para disfrutar y, al mismo tiempo, un libro perfecto para reflexionar (solo o en compañía). El propio autor pone en boca de Bastián palabras sobre esta cuestión: "No le gustaban los libros en los que, de forma avinagrada y con mal humor, se contaban acontecimientos totalmente corrientes de la vida totalmente corriente de personas totalmente corrientes. (...) le daba cien patadas cuando se daba cuenta de que lo querían convencer de algo. (...) Bastián prefería los libros apasionantes, o divertidos, o que hacían soñar: libros en los que personajes inventados vivían aventuras fabulosas y en los que uno podía imaginárselo todo." (pp. 27-28)
  • El despliegue de la imaginación deslumbra, fascina. Ende es capaz de soñar (y compartir) admirables países de ficción. Igualmente sucede con algunos de sus personajes y lugares (la Casa de Cambio y Doña Aiuola, por ejemplo). E insisto: la carga metafórica de todos estos espacios, personajes, momentos... es extraordinaria y funciona. Imágenes tan potentes como El templo de las Mil Puertas, o personajes como Yur el minero ciego, o Vetusta Morla... (en muchos libros de literatura fantástica se hecha de menos este contenido metafórico directo, hondo, rico).
  • La trama de la historia es perfecta: un viaje de ida hacia Fantasia (y hacia dentro) y un viaje de vuelta al mundo real (hacia fuera). Y está contada de manera magistral. Igualmente insisto: el motor de esa trama funciona también desde la perspectiva didáctica: salvar la fantasía, moverse a golpe de deseo (y sucumbir en el pozo inagotable de los deseos), la necesidad de amar...
  • La empatía inevitable del lector con el lector protagonista es férrea y hace de éste un libro especialmente emocionante, que nos toca, nos abraza y nos lleva de la mano: un libro en el que, en verdad, entramos.
  • Y otros muchos aspectos que funcionan: el viaje de ida y vuelta en dos planos distintos y entrelazados (realidad y ficción), la evolución del protagonista, la puerta de entrada que comunica ambos mundos (el libro), la coherencia de los mundos creados y sus vinculaciones (las mentiras del mundo real, los sueños perdidos), la valoración positiva de la explicación fantástica de la realidad (frente al racionalismo actual)... Brevemente diré sobre esta última cuestión que me entristece mucho hoy en día encontrarme cada vez con más niños y niñas incapaces de imaginar y de ver la realidad desde una óptica fantástica: eso de que "no te entre en la cabeza" que la luna es un plato de natillas cuando eres un niño de siete años, más que tristeza da pavor. 
No quiero enrollarme hablando de este libro que seguramente conocéis mucho mejor que yo. Pero no por ello he de decir, una vez más, que se trata de un libro maravilloso, un viaje necesario, una lectura imprescindible, un libro de cabecera, una aventura gozosa y emocionante. Una delicia.
He recogido además unas cuantas citas sobre narración y ficción que no me resisto a transcribir aquí:

[Hablando de la corte de Fantasia, no podíamos faltar ;-))]: "En todos aquellos edificios vivía la corte que rodeaba a la Emperatriz Infantil: tesoreros y sirvientas, sabias y astrólogos, magos y bufones, mensajeros, cocineros y acróbatas, funámbulas y narradores de historias, (...)" (p. 29)

Un personaje especialmente interesante es La voz del silencio (todo el capítulo VII), llamada Uyulala, la voz que corre por el viento y que habla en verso: la voz de los viejos aeda que contaban historias, mitos, cuentos, narraciones... Una voz que a veces "sonaba más fuerte, otras más débil, pero sin cesar nunca por completo. Hasta cuando no cantaba o cuando hablaba él, flotaba siempre a su alrededor, en un tono constante" (p. 108). La voz cuyo "cuerpo es acento y tono" (p. 109) y que incluso en silencio pervive "¡recuerda el canto dormido!" (p. 113)

[La ficción como vía de perfectibilidad de la realidad]: "Todos los [humanos] que estuvieron con nosotros aprendieron algo que sólo aquí podían aprender y que los hizo volver cambiados a su mundo. Se les abrieron los ojos, porque pudieron veros con vuestra verdadera figura [a los habitantes de Fantasia]. Por eso pudieron ver también su mundo y a sus congéneres con otros ojos. Donde antes sólo habían encorado lo trivial, descubrieron de pronto secretos y maravillas." (p. 170)

"¿No sabes que Fantasia es el reino de las historias? Una historia puede ser nueva y, sin embargo, hablar de tiempos remotos. El pasado surge con ella." (pp. 224-225)

[Uno de los lugares protagonistas de Fantasia es Amarganz, cuyos habitantes ¡son cuentistas!]: Los amargancios, por una viejísima tradición, somos los cantores y cuentistas de Fantasia. Nuestros niños son iniciados muy pronto en ese arte. Cuando se hacen mayores, deben viajar muchos años por todos los países y ejercer esa profesión para utilidad y provecho de todos. Por eso se nos acoge en todas partes con respeto y alegría. Sin embargo, nos preocupa una cosa: nuestro repertorio de canciones e historias no es muy grande. Y tenemos que repartirnos ese poco entre muchos. No obstante, se dice que en tu mundo eras [habla a Bastián] conocido por tu capacidad para inventar historias. (...) Yo y mis conciudadanos te quedaríamos indeciblemente agradecidos si quisieras ofrecernos algunas historias nuevas." [La historia continúa cuando los amargancios cuentan su repertorio completo de unas cien historias, canciones y poesías y Bastián, a cambio, es cuenta una historia que les abre las puertas de una biblioteca que custodia muchas otras historias] (pp. 253-259)

[En la Ciudad de los Antiguos Emperadores Bastián se encuentra con los humanos que no supieron salir de Fantasia porque perdieron todos sus recuerdos y agotaron todos sus deseos, humanos que]: "ya no saben narrar. Han perdido el lenguaje" (p. 359)

En fin, no quiero aburriros con más citas y sí animaros a que leáis este libro si todavía no lo habéis hecho y a que lo releáis si ya habíais paseado antes por sus páginas hermosas. Un libro maravilloso. Imprescindible. Delicioso. Una lectura totalmente necesaria.
Saludos

PD: Juan, mi hijo mayor, también leyó este libro recientemente. Su opinión aquí.

lunes, 13 de agosto de 2012

Reflexiones sobre La Odisea de El Brujo

Ayer tuve la suerte de poder volver al Teatro Romano de Mérida para disfrutar de su Festival Clásico (su quincuagéisima octava edición). El espectáculo de ayer, además, fue muy especial para mí por varias razones, pero sobre todo porque ayer en Mérida hubo un aedo, un narrador, contando una historia extraordinaria (acaso la madre de todas las historias): La Odisea.
Uno de mis sueños como narrador es contar La Odisea (el otro, contar Tristan e Iseo. De ambos textos tengo bastantes notas y, quién sabe, tal vez en algún momento acabe por contar alguno de ellos). Como decía tengo mucho interés en este texto (que conozco bien) y, especialmente, en su versión contada.
Ayer era para mí, en suma, una noche especial porque iba al Teatro Romano a escuchar a un aedo contar una de mis historias favoritas. Y no cualquier aedo: Rafael Álvarez "El Brujo".


Me gustaría compartir con vosotros algunas reflexiones al hilo del espectáculo que vi y disfruté.
Cuando uno está contando, desde mi punto de vista, tiene que dar preeminencia a la historia que se cuenta. En ocasiones he deseado, de hecho, que al terminar de contar el público dijera "¿pues quién ese ese tipo que hay ahí?", ya que en ese caso la historia habría tenido tanta presencia que el narrador habría pasado desapercibido durante el espectáculo. Pero eso es un ideal, acaso imposible, pues somos también cuerpo en el escenario. Conozco a unos cuantos narradores que, en cuanto pisan las tablas, aumentan, se agigantan y toman el escenario, por encima a veces de la propia historia: ¡en muchas ocasiones alentados por el propio público! También los hay que tratan de moderar esa presencia buscando el equilibrio justo: la historia fluye y de vez en cuando ellos asoman pero en seguida vuelven a su lugar para que siga la historia tirando del público y viceversa (quizás este es el ideal que me gustaría alcanzar). Hay más tipos de narradores: los que pisan la historia, los que tropiezan con ella, los que usan la historia para hablar de sí mismos, los que te arrullan en palabras y discretos esperan en un rincón, los que se sienten portadores de una voz vieja y la alimentan... en fin, muchos tipos de narradores, acaso tantos tipos como narradores hay.
Pero es que además cuando se cuenta una historia escrita hace dos mil quinientos años el narrador debe ayudar a saltar esa brecha de tiempo (y de coordenadas culturales) para que la historia (su variante actual) brille en todo su esplendor. Es como cuando uno lee una buena edición crítica de El Quijote y se apoya en las notas al pie para ir acompañando al lector y explicando datos y cuestiones relevantes para comprender la historia. Si hay sobreabundancia de notas y son demasiado técnicas a veces resulta una compañía pesada, si son pocas y no ayudan entonces la edición falla.
A todas estas cuestiones hay que sumar otras cuando se trata de contar La Odisea, un libro bastante conocido (que no leído, creo) con historias muy populares (¿quién no ha oído hablar del capítulo de las sirenas, por ejemplo?, caray, ¡¡si sale hasta en Ice Age 4!!), cuestiones como la actualización (contextualización) de los mensajes recogidos en el libro, o la extensión del texto (la obra duró dos horas y veinte minutos), o la fidelización a la hora de transmitir la historia tal como se (supone que se) contaba hace dos mil quinientos años, etc.
Además de un riesgo grande que se corre al contar historias como esta: uno puede tender a explicar más que a contar. Personalmente opino que las explicaciones son necesarias para contextualizar, pero no más allá: explicar lo que quiere decir Homero con esta obra es dar el trabajo hecho al público, en ese sentido yo prefiero que el público salga de una sesión con dudas, cuestiones, preguntas por responder, antes que con respuestas.


Desde mi punto de vista, ayer, disfrutamos mucho de El Brujo y menos de lo que esperábamos de La Odisea. Trataré de explicarlo en esta breve crítica.
La historia comenzó de manera magistral: el narrador entre el público cantando al ritmo de la percusión (estupendos los percusionistas toda la noche) e invitando al público a cantar con él (el final de su retahíla, la réplica). Y el público, desde el primer minuto, las ¿dos mil? personas, entrando y cantando y aplaudiendo y aceptando la invitación del narrador para jugar con él, para ser parte implicada en lo que allí iba a suceder. Y yo con los pelos de punta ya.
El narrador llega al escenario y comienza a contar La Odisea (el canto I, el prólogo), y es en este mismo instante cuando empiezan las digresiones y humoradas al hilo de la narración: la reunión de los dioses le da pie para hablar de los políticos de hoy en día. Y el público entra al trapo y aplaude las reflexiones y comentarios y bromas (se reúnen los dioses y antes de empezar a hablar ya han sido citados Punset, Rajoy y Fernando Fernán Gómez, para que os hagáis una idea, ya ha habido aplausos, risas y la entrega es total).
Cuando comienza la historia de Ulises liberado al fin de Calipso las digresiones y apariciones del narrador son cada vez mayores (alentadas por gran parte de los asistentes). Uno no sabe si es que El Brujo se encontraba cómodo y feliz con el respetable (era además la última representación en Mérida) y se iba emborrachando de público (no sé muy bien cómo explicar esta expresión: emborracharse de público es alejarse del relato y darle al público alimento fuera de la historia central, responder al feedback dejarse arrastrar por sus risas, por su emoción) o es que era así como tenía preparado el espectáculo.
Después de más de dos horas de narración los episodios que habíamos "visto" de La Odisea fueron los siguientes: reunión de los dioses donde Atenea implora a Zeus, liberación de Ulises de Calipso, viaje de Ulises hasta la tierra de los Feocios, Poseidón dificultando la llegada a tierra, Ulises en la corte de los Feocios narra su historia (en este punto sólo la del Cíclope), Ulises llega Ítaca, es reconocido por su perro, ve a su hijo Telémaco, ve a su padre Laertes, mata a los pretendientes y Penélope lo reconoce. Ah, y aparición final de los dioses diciendo que no más lucha. En resumen, una idea bastante clara del texto, pero muy desbrozado, dejando en el camino partes importantes: nada de las Sirenas, nada de Escila y Caribdis, nada de Circe, nada de la bajada al Hades, ni Lotófagos... entre otras cosas. Y de los seis cantos de la telemaquiada apenas una cita.
Y esto podría valer si hubiéramos dicho que el tiempo apremiaba, pero no era así, porque había mucho tiempo, mucho, para hablar de otras cosas (como los monjes de Silos, o hacer guiños constantes, críticas a la situación actual, humoradas... -algunas al hilo y otras alejadas del hilo).
De todas maneras esto es lícito: el narrador tiene la voz y decide qué contar y cómo hacerlo. Ayer las críticas a la subida del IVA para el teatro (y no para el fútbol) fueron constantes, divertidas y contumaces, y esto, como digo, es lícito (sobre todo si el público lo acepta, lo alienta y lo premia). Y no solo lícito, es que es así como seguramente esta obra era contada, con continuas digresiones por parte del aedo pidiendo más vino o mejor paga o criticando a los enemigos del pagador...


Rafael Álvarez estuvo soberbio, manejando recursos corporales (grandísimo actor, grandísimo narrador), ocupando el escenario (enorme, enorme), hablando/cantando al ritmo del aedo, contando, danzando, divirtiendo y divirtiéndose, manejando el texto (entrando y saliendo) con un magisterio asombroso.
Personalmente disfruté mucho de sus digresiones, pero sobre todo disfruté mucho (mucho, mucho) cuando nos contó La Odisea: las descripciones al más puro estilo clásico, la narración rítmica, contar y comentar lo contado (como cuando habla de Ulises nadando con los brazos abiertos, genial), los bocadillos que tendían puentes entre texto y público, el manejo de los espacios en el escenario... Y el momento final de la matanza de los pretendientes ¡extraordinario!, cargado de tensión y emoción.
Además los  comentarios de acercamiento del texto, las explicaciones para seguir y comprender la trama, la contextualización a nuestros días (un canto a la resistencia)... todo ello fue maravilloso y dejaba vislumbrar el fondo que había tras las palabras del narrador (el trabajo previo de investigación, conocimiento, memoria) era enorme. Por eso tengo una sensación agridulce de no haber podido disfrutar más ayer de La Odisea.
Y un par de citas que dejó caer y que me dio tiempo a anotar en mi libreta:

"Un relato sana las heridas del alma del que lo cuenta y del que lo escucha"

"Ulises resiste porque cuenta, porque se cuenta. Eso es la cultura: contar, contarse. Eso es la cultura: resistir."

En suma, una noche maravillosa, disfrutando mucho de Rafael Álvarez "El Brujo", y disfrutando también de La Odisea. Y no fui yo solo: la representación acabó con todo el público en pie dando un larguísimo aplauso. Totalmente recomendable.
Saludos

Súmate: NO AL CIERRE DEL TEATRO MODERNO

Ante la decisión de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha de cerrar el Teatro Moderno los ciudadanos y ciudadanas, las asociaciones y colectivos de Guadalajara, y las compañías de teatro

 PEDIMOS 

a los responsables de la gestión cultural de nuestra ciudad y a los que lo hacen a nivel regional: a la Coordinadora de Educación y Cultura, Violeta Miguel; al Coordinador de la Coordinadora, Juan Fogué; al Delegado Provincial, José Luis Condado; a Iñigo Arteta, Jefe de Administración de la Fundación Cultura y Deporte; al Jefe de Servicio de Actividades Culturales, Juan Ramón Pardo; a Francisco Javier Morales, Director General; al Consejero de Educación, Cultura y Deportes, Marcial Marín:


¡NO AL CIERRE DEL TEATRO MODERNO!

1) El Teatro Moderno es el único en toda Castilla La Mancha de titularidad regional. La Junta de Comunidades debe asumir su responsabilidad de gestionarlo aún cuando los tiempos son difíciles. Porque la cultura sigue siendo necesaria, totalmente reivindicable, y una de las obligaciones que tienen que atender los gestores de lo público.

2) El Teatro Moderno cuenta con, al menos, cuatro días en semana de programación estable y respaldada por los espectadores, especialmente cada domingo. Luego ni son motivos de inactividad ni de falta de público.

3) El Teatro Moderno conlleva los gastos que suman la plantilla de una única trabajadora más los gastos de mantenimiento del edificio, por lo que tampoco podemos creer que se cierra por cuestiones económicas.

4) El Teatro Moderno supone, por todo ello, una importante fuente generadora de empleo para numerosas compañías de teatro de toda la región.

5) El Teatro Moderno aporta vida al casco antiguo de la ciudad, que cada día muere un poco más sin que parezca importarles a ninguno de los gestores de la misma.

6) El Teatro Moderno ha acogido durante diecisiete años actividades culturales que no tienen cabida en ningún otro espacio de la ciudad: teatro para grandes y pequeños, música, danza, títeres, cuentos, cine en versión original, cortometrajes, estrenos y mucho más. Sus puertas siempre han estado abiertas: a todas las compañías de la región, a los grupos amateur, a los escolares y a todos los colectivos de Guadalajara que tenían algo que mostrar.

Un sitio para hacer y para ver lo que otros hacían, un rincón vivo que no podemos dejar morir. Todos perdemos si se cierra el Teatro Moderno, incluida la ciudad. 

¡NO AL CIERRE DEL TEATRO! 

 GUADALAJARA DEFIENDE EL MODERNO

Blog de la plataforma NoAlCierreDelTeatroModerno.

Pétala en Boolino

Pétala, el álbum que hicimos Luciano Lozano y un servidor y que publicó OQO, ha sido seleccionado hoy como libro del día en Boolino, web dedicada a la LIJ. Siempre es fantástico que libros con unos añitos ya sigan teniendo recorrido.


Aunque la reseña incide bastante en la cuestión del agua (la intencionalidad del cuento en este tema, lo importante que el agua es para la vida, el valor didáctico de la historia, etc.), también hace unas reflexiones interesantes (al final de la reseña) sobre el valor de Pétala como historia.
Un aspecto que pocas veces (o ninguna) he leído en reseñas sobre este cuento es el de la figura del dragón (que evoca a los monstruos maravillosos de Sendak) y que es, sin duda, el verdadero elemento de atracción de esta historia. Historia, por otro lado, vieja como muchas, que tiene un bueno pequeño (frágil, aparentemente débil), un malo grande (fuerte, aparentemente invencible) y que, gracias a la astucia, el pequeño consigue vencer al grande. Y todo ello a pesar de que el detonante de esta historia, el problema, el pero, la chispa que pone en marcha la acción, sea la bendita agua.
Podéis leer la reseña aquí.
Saludos

sábado, 11 de agosto de 2012

De cuentos tuit ilustrados

Ya os he dicho en más ocasiones que todos los días escribo un cuento en tuíter (desde mayo, si no recuerdo mal). Sucede que entre quienes reciben el cuento hay ilustradores y a veces ese brevísimo relato les resulta inspirador. Podéis pinchar en el enlace para verlo con vuestros propios ojos ;-))
Saludos

viernes, 10 de agosto de 2012

La mujer justa

Acabo los días de playa y con ellos termino la lectura del último de los libros que me traje: La mujer justa, del escritor húngaro Sándor Márai, traducido por Agnes Csomos y publicado por la editorial Salamandra en su colección de Narrativa. De este autor he leído algún otro libro.


El libro nos cuenta una misma historia narrada por tres de sus protagonistas: Marika, Péter y Judit, aunque leídas/contadas las tres uno se da cuenta de que los tres puntos de vista nos permiten leer tres historias distintas. La historia no es compleja en sí: un hombre rico enamorado de su criada se casa con otra mujer, luego se divorcia de ésta y acaba casándose con la criada (de la que se separará después).
Para la primera mujer, la criada es "la mujer justa", pues sabe esperar. Para el hombre, su primera esposa es "la mujer justa", pues hace lo imposible por él. Y para la tercera mujer en discordia... tendréis que leerlo para saber quién es su "hombre justo".
Sándor Márai es un autor especial, que ahonda en las historias y llega hasta los detalles más pequeños. Uno de esos autores que es capaz de sumergirse hasta lo más profundo del alma de sus personajes. Es emocionante leer sus libros, ir desbrozando la trama, ir desvelando capa a capa las emociones y los sentimientos. Una historia aparentemente sencilla acaba por mostrarse enorme, inabarcable, llena de elementos relevantes intocados.
En esta ocasión me ha interesado mucho un personaje (el cuarto en discordia) que aparece citado por los tres narradores y que va siendo dibujado en hueco por las palabras y las historias que lo envuelven. Se trata de Lázár, el escritor (¿acaso trasunto del propio Sándor?), un tipo muy interesante que en las últimas páginas del libro toma verdadero protagonismo.
La prosa demorada de este escritor está llena de pepitas de oro, de pensamientos y destellos que hacen brillar los días (y las páginas de sus libros). Podría llenar este post de citas, pero sólo pondré algunas de las que más me han interesado.

"Sólo obtienes algo de los libros si eres capaz de poner algo tuyo en lo que estás leyendo. Quiero decir que sólo si te aproximas al libro con el ánimo dispuesto a herir y ser herido en el duelo de la lectura, a polemizar, a convencer y ser convencido," (p. 215)

"Yo no puedo contarlo con palabras. De algún modo, parece que las palabras no sirven para expresar nada que de verdad sea importante en la vida... lo que es fundamental, como el nacimiento o la muerte. Eso no se puede expresar ni con las palabras verdaderas." (p.325)

[Lázár habla sobre la desaparición de la cultura]: "La gente sólo tendrá conocimientos y no es lo mismo. Sepa que la cultura es experiencia. Una experiencia constante, como la luz del sol. Los conocimientos sólo son una carga." (p.380)

"La cultura es cuando una persona, o un pueblo, se colman de una alegría inmensa. (...) ¡Imagínate un pueblo que vive con alegría! Y esa alegría es la cultura." (p. 413)

Dice Isabel, mi librera de vacaciones y lectora de Márai, que este es quizás el peor libro de Sándor Márai. Si eso fuera cierto, siendo el peor, es un libro hermoso en el que merece la pena zambullirse y nadar y dejarse llevar por sus corrientes. Un libro demorado para días de vacaciones.
Una lectura recomendable.
Saludos

NO AL CIERRE DEL TEATRO MODERNO

Mis recuerdos del Moderno van más allá de cuando pasó a ser un teatro. Yo era un niño y aquel lugar era un cine, el Cine Moderno, uno de los lugares más especiales de toda la ciudad (junto con el Cine Imperio, justo a su vera, que a día de hoy sigue ruinoso). Uno de mis primeros recuerdos de infancia es la cola (de tres horas) que hicimos mi hermano y yo para poder ver la película de moda en aquel momento: E. T., el extraterrestre, de Spielberg, un clásico ahora que por aquel entonces causaba furor (y grandes turbamultas). Sí, tengo recuerdos de aquel Cine Moderno no muy cómodo, no tan moderno, con su tienda de palomitas y sus películas con intermedio.
Recuerdo también el tiempo que pasó cerrado y cuando por fin volvió a abrir remozado, convertido en un hermoso pequeño teatro, el Teatro Moderno. Lo recuerdo bien porque fueron tiempos de CineClub, de teatro, pero, sobre todo, fueron años de despertar en los cuentos.


En el Teatro Moderno conté cuentos por primera vez a adultos, fue en el festival de narración oral que se celebró en el Tercer Maratón de Cuentos de Guadalajara. Todavía recuerdo aquella sesión, el público, los cuentos, el rato entre bambalinas, el telón detrás de mí... todo eso lo viví allí con grandísima emoción. Han pasado ya unos cuantos años, sí, y todavía lo recuerdo intensamente. Y ese recuerdo, al igual que ese teatro, vivirán abrazados a mí.
Pero es que desde entonces el Teatro Moderno (y Lola, su corazón) ha sido protagonista imprescindible de la vida cultural de esta ciudad. Como narrador no he dejado de asistir una y otra vez a los festivales de cuentos allí celebrados. Como padre he llevado a mis hijos al teatro infantil de los domingos y a la linterna mágica de los sábados. Como espectador he disfrutado de las películas del CineClub o de los cortos de Baideféis. He visto danza, he escuchado conciertos (de todo tipo de música), teatro (mucho mucho teatro), magia, títeres, repentismo... Creo que gran parte de la culpa de la revitalización de la vida cultural de esta ciudad es imputable a este escenario tan cercano y especial. A este teatro maravilloso y tan nuestro.


No entiendo ni comprendo ni puedo aceptar que se decida su cierre.
Leía hoy un libro de Sándor Márai que afirmaba que "la cultura es la alegría de las gentes". Nos quieren quitar todo, hasta la alegría. Nos quieren hacer ceniza el corazón. Nos quieren convertir en bestias de carga. Nos quieren sumir en el miedo.
Me niego a retroceder un paso más. No al cierre del Teatro Moderno en Guadalajara.

lunes, 6 de agosto de 2012

El contenido del silencio

Acabo de terminar de leer el último libro de Lucía Etxebarría, El contenido del silencio, publicado por editorial Planeta. Fue Isabel de Bellart, mi librera de verano, quien me lo recomendó.


El libro nos cuenta la historia de un hermano que, a un mes de su matrimonio, tiene que abandonar Londres (ciudad en la que vive) e ir a Tenerife donde su hermana (con la que no tiene contacto desde hace diez años) ha desaparecido tras el suicidio colectivo de una secta.
Puede sorprender que el título sea El contenido del silencio y que la novela esté armada básicamente por las narraciones de muchos de sus personajes: Helena le cuenta a Gabriel, Gabriel le cuenta a Helena, Virgilio les cuenta a Helena y Gabriel, Virgilio le cuenta a Gabriel, Cordelia les cuenta a Gabriel y Helena, Gabriel le cuenta a Patricia... Esta cuestión de personajes que narran me ha gustado (quizás por puro vicio de oficio mío), se invita al lector a construir (en ocasiones reconstruir) la historia desde los discursos de sus protagonistas (y desde sus puntos de vista). Y esto no quita que también haya acción, que sus personajes también se muevan (el viaje a Fuerteventura es un claro ejemplo de esto que digo), y que esta acción también pedalee a favor de la narración de la novela.
Pero decía que tal vez pueda sorprender este título, sin embargo el silencio (lo que no se cuenta y, especialmente, lo que no se dicen los personajes) es muy relevante y pende durante toda la historia (¿qué ha pasado entre los hermanos?, ¿qué sucedió entre Helena y Cordelia?, ¿qué pasará entre Helena y Gabriel?...). Es más, este silencio se aclara desde el silencio (de las epístolas finales). Y no digo más.
El libro me enganchó pronto y lo he leído en apenas un par de días. Me ha interesado cuando ahonda en el asunto de las sectas y me ha recordado a una película que vi no hace mucho: Martha Marcy May Marlene, que os recomiendo encarecidamente.
Me parece que a pesar de manejar bastante información (con el tema de las sectas y, por ejemplo, con lo de los nazis fugados de la Alemania derrotada tras la II Guerra Mundial) la novela no resulta pesada, más bien al contrario.
Os dejo un par de citas sobre palabra dicha con las que me he topado:

"Virgilio tenía una extraña cualidad de Sherezade que le iba atrayendo despacio hacia su historia, como las sirenas que engañaban a los marinos con su canto por mucho que aquellos intentaran resistirse." (p. 192)

"Hay cuatro cosas que no vuelven atrás: la piedra una vez lanzada, la palabra tras ser dicha, el instante que ha pasado y la oportunidad perdida." (p. 234)

Como os digo un libro enganchoso, que te permite curiosear por muchas ventanas. Un libro que se lee con gusto, ideal para estos días de verano.
Saludos

viernes, 3 de agosto de 2012

De la preparación de sesiones de cuentos para adultos

He estado pensando sobre el modo como he construido las nuevas sesiones de cuentos y me he dado cuenta de que cada una ha ido saliendo de distinta manera. De ello quiero hablar en esta entrada de hoy, sobre como preparo (o he preparado) las sesiones de cuentos para jóvenes y adultos (ojo, jóvenes y adultos, las de niños/as siguen otras pautas distintas).
En los primeros diez-doce años de mi actividad como narrador, las sesiones de cuentos para jóvenes y adultos consistían básicamente en una selección de cuentos propios (es decir, escritos por mí) que elegía porque me interesaba lo que contaban (el fondo) y/o cómo se contaba (la estructura y/o la forma). Así las cosas yo tenía activos unos treinta cuentos (eran más pero básicamente contaba esos treinta), todos míos, y los iba contando allá donde iba en función del público que asistía, o de si había contados unos u otros en sesiones anteriores en ese mismo lugar, o de mi propio interés ese día.
Lo cierto es que dentro de ese grupo de treinta cuentos (cuentos cuyas duraciones oscilaban entre 15 y 45 minutos cada uno) poco a poco se fueron haciendo grupos de una manera "natural", es decir, se hicieron, casi sin querer, sesiones (que agrupaban unos cuentos concretos) por algún tema que, en principio, yo no había pensado o decidido: historias de abuelo-padre-hijo, historias de humor, historias de misterio, etc.
Estos cuentos los tenía escritos (con un lenguaje literario, no oral, casi todos ellos estaban publicados en la revista El Decano) y se armaron oralmente a fuerza de ser contados. Observé que en ese proceso de oralización los textos primero menguaban (se hacían más cortos de lo que preveías), luego crecían (iban experimentando con palabras, abriendo puertas de la historia, probando, deslizándose en la lengua) y finalmente encontraban su extensión adecuada, cómoda. Aunque mantenían un necesario e imprescindible margen de libertad, por eso cada vez que volvían a ser contados ¡¡surgía algo nuevo en cada cuento!!
En ese grupo fueron entrando otros textos que no eran míos, se trataba de textos tradicionales de contenido erótico (no he escrito, hasta ahora, ningún texto erótico para contar: todo lo que cuento son adaptaciones de textos tradicionales) que siempre eran demandados por el público asistente. Fue ahí donde empecé a contar cuentos tradicionales (de Boccaccio, de Chaucer, de autores anónimos, de colecciones de textos tradicionales franceses, españoles, árabes, etc.) y también fue en ese instante cuando comencé a organizar mi Infierno de una manera más cuidadosa (ese es otro tema del que quizás hable en otra ocasión).
Pero fue hace unos seis años donde todo eso cambió, pues organicé mi primera sesión para adultos en la que sólo contaba cuentos tradicionales y que finalmente tuvo el título de "Este cuento vino a mí, vino a mí, vino, a mí".
Suelo leer bastante y todos mis libros de cuentos (que te podrás imaginar, son muchos), están llenos de notas sobre cuentos contables, cambios posibles, oralizaciones, etc., pero no fue hasta esa sesión en la que seleccioné un montón de textos tradicionales (y de los que apenas cuento cinco en hora y media) que no empecé a montar sesiones estructuradas de manera unitaria, con un marco que acogiera a todos los cuentos. Como digo esa fue la primera sesión donde eso sucedía y, aunque el hilo narrativo era bastante débil (cuentos de comer, de beber y de fiesta ;-)), fue un detonante para armar las siguientes sesiones de manera completamente distinta. En este sentido, ver contar a Nicolás Buenaventura Vidal "La guerra de los Cuervos y los Búhos", del Panchatantra, fue totalmente revelador. (Por cierto, ésta y otras sesiones de Nicolás están en su Cuando el hombre es su palabra, imprescindible).
Así, hace un par de años estrené "Cuentos para tres", una sesión estructurada al estilo del Calila e Dimna, donde una historia marco (con mucha presencia) da ocasión a que se cuenten cuentos. A pesar de que la estructura es bastante cerrada, como narrador tengo mucha libertad porque puedo elegir los días que dura el viaje de los protagonistas (lo normal son tres, pero podrían ser más) y los temas que marcan los cuentos que se cuentan cada noche de ese viaje. Esta sesión es, sin lugar a dudas, muy especial para mí, y aunque la estrené en 2010, sólo he podido contarla en cuatro ocasiones (alguna vez más de forma parcial) porque al ser todos cuentos eróticos necesita un público especial. Recuerdo con cariño todas las sesiones: la del estreno en Puerto Lápice, Las Palmas de Gran Canaria (en los cuentos eróticos por los rincones que es como jugar en casa), San Clemente (qué público estupendo) y la de Logroño (en el café La Luna, maravillosa).
Para esta sesión hice algo que no había hecho nunca antes: escribir una especie de guión que me ayudara a recordar la estructura. Ojo, no escribo la historia tal como la cuento, sino que escribo un esquema con los datos más relevantes: temas de cada noche, cuentos de los personajes, etc. Para mí siempre ha sido fundamental que las sesiones se preparen de manera oral: contándolas y contándolas, para que los recursos del texto oral se activen de manera natural y para que no haya un guión demasiado cerrado que bloquee las alas de la palabra dicha: necesito ser libre contando y para contar.
Todo esto viene a cuento porque en estos días estoy terminando de preparar una nueva sesión de cuentos para jóvenes (institutos de secundaria) en la que estoy metiendo cuentos con algo de humor, misterio (y pelín de miedo) y, casi sin darme cuenta, he ido utilizando recursos y estrategias de las diversas maneras de hacer sesiones que he manejado: vuelvo a escribir mis propios textos, la historia marco busca una esencia tradicional, utilizo espacios de ficción que ya he manejado en sesiones anteriores (Selas, mi Macondo particular), manejo recursos organizando la sesión que, por un lado son más complejos pero, por otro, son artificios orales de gran tradición y calado (estrategias clásicas para agrupar historias) y, por último, vuelvo a tirar de cuaderno.


Aquí los tenéis en la foto: un cuadernito pequeño con apenas tres hojas escritas con la estructura básica (esas tres hojas me han costado unos cuatro meses de vueltas y revueltas) y un cuaderno más grande en el que he escrito las historias de manera esquemática (os recuerdo, historias propias) y que en una primera vuelta me han ocupado veintiuna páginas.
Llevo dos semanas dándole al bolígrafo. Se trata NO de escribir un guión tal cual la historia sería contada, sino de escribir los cuentos para que no se me pierda ningún detalle. Ah, y de anotar toda la información que precise (hay mucho que saber cuando se va a hablar de temas que no conoces a fondo, por ejemplo, aquí va este enlace con información sobre una fábrica resinera donde transcurre una parte de la historia).
El proceso sigue: volveré a reescribir todo de nuevo (posiblemente me ocupará más hojas, pues lo anotado es muy esquemático) y, cuando haya terminado, haré un esquema de toda la sesión que no deberá ocupar más de una hoja. Una vez hecho el esquema (y memorizado), empezaré a contármelo (cuando estoy paseando, en la playa, en la cama en esas noches de insomnio, conduciendo...) y cuando "visualice" todas las historias y sienta que están cómodas en mi lengua, será el momento de contarlo al público.
Me queda todavía un agosto de mucho trabajo, pero ya voy viendo la luz.
Saludos