viernes, 10 de agosto de 2012

NO AL CIERRE DEL TEATRO MODERNO

Mis recuerdos del Moderno van más allá de cuando pasó a ser un teatro. Yo era un niño y aquel lugar era un cine, el Cine Moderno, uno de los lugares más especiales de toda la ciudad (junto con el Cine Imperio, justo a su vera, que a día de hoy sigue ruinoso). Uno de mis primeros recuerdos de infancia es la cola (de tres horas) que hicimos mi hermano y yo para poder ver la película de moda en aquel momento: E. T., el extraterrestre, de Spielberg, un clásico ahora que por aquel entonces causaba furor (y grandes turbamultas). Sí, tengo recuerdos de aquel Cine Moderno no muy cómodo, no tan moderno, con su tienda de palomitas y sus películas con intermedio.
Recuerdo también el tiempo que pasó cerrado y cuando por fin volvió a abrir remozado, convertido en un hermoso pequeño teatro, el Teatro Moderno. Lo recuerdo bien porque fueron tiempos de CineClub, de teatro, pero, sobre todo, fueron años de despertar en los cuentos.


En el Teatro Moderno conté cuentos por primera vez a adultos, fue en el festival de narración oral que se celebró en el Tercer Maratón de Cuentos de Guadalajara. Todavía recuerdo aquella sesión, el público, los cuentos, el rato entre bambalinas, el telón detrás de mí... todo eso lo viví allí con grandísima emoción. Han pasado ya unos cuantos años, sí, y todavía lo recuerdo intensamente. Y ese recuerdo, al igual que ese teatro, vivirán abrazados a mí.
Pero es que desde entonces el Teatro Moderno (y Lola, su corazón) ha sido protagonista imprescindible de la vida cultural de esta ciudad. Como narrador no he dejado de asistir una y otra vez a los festivales de cuentos allí celebrados. Como padre he llevado a mis hijos al teatro infantil de los domingos y a la linterna mágica de los sábados. Como espectador he disfrutado de las películas del CineClub o de los cortos de Baideféis. He visto danza, he escuchado conciertos (de todo tipo de música), teatro (mucho mucho teatro), magia, títeres, repentismo... Creo que gran parte de la culpa de la revitalización de la vida cultural de esta ciudad es imputable a este escenario tan cercano y especial. A este teatro maravilloso y tan nuestro.


No entiendo ni comprendo ni puedo aceptar que se decida su cierre.
Leía hoy un libro de Sándor Márai que afirmaba que "la cultura es la alegría de las gentes". Nos quieren quitar todo, hasta la alegría. Nos quieren hacer ceniza el corazón. Nos quieren convertir en bestias de carga. Nos quieren sumir en el miedo.
Me niego a retroceder un paso más. No al cierre del Teatro Moderno en Guadalajara.

3 comentarios:

  1. El cierre del Teatro Moderno significaría acallar otro latido más del centro de la ciudad.

    ResponderEliminar
  2. El cierre del teatro moderno supone el que nos quieren cerrar los ojos, personas que no ven.

    ResponderEliminar
  3. Yo tb vi ET en ese cine e incluso Blancanieves si me memoria no me falla ya que es uno de mis primeros recuerdos de la infancia, en definitica una pena que lo cierren, tal vez deberian amoldarlo a un publico mas infantil para padres e hijos... los que vimos ET ahora tenemos hijos y seguro que iriamos si hicieran obras infantiles.

    ResponderEliminar