El libro, formalmente, tiene una estructura muy redonda: doce poemas (uno por cada mes del año, de ahí el almanaque) todos compuestos por tres cuartetas (por lo tanto también de doce versos) de versos hexasilábicos. La rima es asonantada en los versos pares (cosa que, creo recordar que Gonzalo "Darabuc" en su blog, señalaba atinadamente que no era habitual en libros de poesía pensados para niños y niñas).
Estos poemas van acompañados de doce láminas estupendas de David Pintor en las que una insólita orquesta de cuerda (formada por animales y humanos) va interpretando melodías apropiadas al mes y a los versos. O los versos se adaptan a las láminas. Lo mismo da que da lo mismo porque el resultado es, en verdad, feliz.
Al final del libro hay, además, una completa selección de conciertos de cuerda recomendados para escuchar mientras se lee el libro o, sencillamente, para disfrutar en cualquier momento.
Los versos de Antonio Rubio enamoran siempre: su ritmo, la sugerencia de sus imágenes, la facilidad con la que nos habitan y nos invitan a recitarlos en voz alta, y en esta ocasión, además de ser musicales hablan de música. Música para todo el año. Poesía para todos los días.
Un libro para celebrar en todo momento, para escuchar en todo momento. Una fiesta.
Totalmente recomendable
Saludos
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